La paradoja de “la web que lo tiene todo” o cómo los complementos afectan a la velocidad de carga




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¿Has notado que las páginas web tardan cada vez más en cargar? ¿Crees que el problema afecta solo a tu sitio o has comprobado que la competencia también es más lenta? Te alegrará saber que es un problema generalizado y que depende directamente de las funcionalidades y complementos que, en los últimos años, estamos añadiendo a nuestras páginas web. Según datos de HTTP Archive, los sitios actuales pesan, de media, 2.1 MB, el doble que hace 3 años. Así que en este post he decidido hablar sobre todas las acciones que comprometen el rendimiento tu web y cuáles son prescindibles.

Para entenderlo, voy a lanzarte una pregunta:

¿Alguna vez te has sentido abrumado por las cambiantes y numerosas exigencias acerca de las funcionalidades que tu web debe incorporar para ser más visible y rentable?

Sí la respuesta es que sí, no te sientas un bicho raro. Miles de webmasters, expertos en marketing online y pequeños empresarios con webs modestas se sienten así cada día.

Y no resulta extraño, porque los requisitos llegan de todas partes:

Las directrices del posicionamiento SEO dicen que tienes que generar cada vez más contenido y que embeber vídeos en tu web te ayudará a escalar posiciones en los motores de búsqueda. El nuevo algoritmo de Google insiste en la importancia de contar con versiones que se adapten a todos los dispositivos. El Social Media Marketing dice que debes dinamizar tus canales sociales, vincularlos con tu web e instalar plugins para hacerlos más visibles y captar seguidores.

Necesitas llamadas a la acción en forma de ventanas emergentes o pop-ups para incrementar tu ratio de conversión; herramientas de monitoreo que te permitan conocer el comportamiento de tus visitantes; exigentes protocolos de seguridad; fotos detalladas y elementos audiovisuales… Todo ello con la expectativa de que, si sigues todas estas indicaciones y lo haces bien, obtendrás una web usable y optimizada para Google que asegurará una experiencia de navegación satisfactoria desde ordenadores, smartphones o tablets, lo cual debería mejorar la rentabilidad de tu presencia en la red.

¿El resultado? Más aplicaciones, complementos y extensiones que se traducen en más código y, por tanto, en más peso para tu web y mayor tiempo de carga.

Sin embargo… ¿te has parado a pensar de qué manera todos estos cambios que, en un principio, son positivos para tu audiencia, pueden tener el efecto contrario? ¿Sabes que Googlebot no mira con buenos ojos a los sitios que tardan más de 2 segundos en cargar? ¿Sabes que los usuarios son cada vez más impacientes?

Es paradójico pensar que todo lo que supuestamente mejora la experiencia de navegación puede afectar a tu posicionamiento, tus conversiones o tus campañas de pago por click (PPC).

¿Estamos diciendo entonces que debes ignorar las directrices sobre optimización de webs?

En absoluto. Esto solo haría que te quedases atrás. Pero sí te invitamos a valorar cuáles son los elementos realmente necesarios y aquellas características pesadas que no te aportan nada. Por ejemplo, si tienes una tienda online es fundamental que cuentes con exigentes protocolos de seguridad y encriptación, pero quizá puedas prescindir de esa animación con música que se muestra al usuario cuando accede a tu web.

De igual modo, es importante que pienses más allá y analices de qué manera cada complemento afecta a tu rendimiento para optar por soluciones alternativas y menos exigentes a nivel de programación. Además, no olvides que la limpieza en el código y las buenas prácticas en todo lo relacionado con optimización web desde el punto de vista de diseño y desarrollo tiene una repercusión muy positiva en la velocidad de carga.

Para empezar, lo mejor es que analices el tiempo de carga de tu web utilizando alguna de las herramientas gratuitas disponibles en internet. Te recomiendo especialmente GTmetrix, que te muestra, en forma de porcentajes, cada error detectado en el sitio y te propone las posibles soluciones, con sugerencias de corrección.

Por supuesto que la velocidad de carga de una web no depende únicamente de estos factores, sino también de muchos otros que no están en tus manos, como el congestionamiento de la red, el poder de procesamiento, el dispositivo de navegación, el motor de búsqueda y el número de pestañas o aplicaciones que el usuario tiene abiertas. Pero eso es ajeno a ti, así que te invito a centrarte en lo que realmente puedes controlar. En este sentido, es importante que, si no cuentas con los conocimientos o el tiempo necesario para optimizar los procesos que afectan a tu web, no dudes en pedir asesoramiento a un profesional.

Extraído de: http://comunidad.iebschool.com/

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